Movimiento Humanista Mexicano
Por Santiago Varela
¿Porque el humanismo? Los humanistas (Petrarca, Spinoza, Montesquieu, Kant, etc.) retomaron textos clásicos grecorromanos para promover el florecimiento de todos y cada uno de los seres humanos. El humanismo consiste en la elevación y el perfeccionamiento del ser humano. Es una forma secular de ver el mundo que confía en el método científico, la evidencia y la razón para comprender el universo. La ciencia puede ser una profunda fuente de espiritualidad. Sin creer en el cielo y con fe en una idea superior, podemos ser éticos, encontrar significado y ser felices. En una época donde “nuestra educación nos ha enseñado a separar, aislar y a no unir los conocimientos, y nos hace concebir nuestra humanidad de manera insular, al margen del cosmos que nos rodea y de la materia física de la que estamos constituidos… Así, somos hijos de ese cosmos pero no sabemos situarnos en él” (Morin, 1973). Para realmente situarnos en él, es necesario buscar nuestra naturaleza y unir los conocimientos. Es decir, es necesario el humanismo. Solo así, elevándonos intelectual y espiritualmente, es posible solucionar los grandes problemas que se nos presentan hoy y ser feliz verdaderamente. El cambio debe empezar desde cada quién. El Movimiento Humanista Mexicano no tiene ningún interés político, el fín es el bien común. Es un movimiento que busca que cada ser humano viva más digna y felizmente. Así, viviremos en comunidades más humanas y acogedoras. Un humanista defiende valores como la libertad, empatía, igualdad, justicia, diversidad, sustentabilidad, y compasión. México, como las demás naciones, necesitan hacer de su cultura, una cultura humanista.Únicamente de esta manera podemos ponerle frente a los grandes problemas que espera el siglo XXI y que amenazan a la humanidad. II. Contexto y tiempos de incertidumbre México es un país muy rico y diverso. Hay una gran variedad de climas; tenemos desiertos, playas, bosques, junglas, volcanes, cenotes y miles de especies animales. Además, hay muchos recursos y riquezas en el territorio. No hace falta mencionar la gran historia, cultura y, sobre todo, su grandes personas. Sin embargo, dentro del mismo país hay una gran diversidad de realidades también. Unos viven en áreas acotadas, y en muchos casos protegidos policial y militarmente, y tienen acceso a todos los servicios. El resto, la gran mayoría, vive en barrios de infravivienda, sin urbanización y sin servicios; son dos ciudades (en una) que no tienen nada que ver. Por esto, estamos viendo una polarización y dualización no vista desde hace mucho tiempo. Los problemas socioeconómicos, culturales, de pobreza y desigualdad están igual de presentes en el resto del mundo. El libre mercado ha sido muy útil e importante. Ha ayudado a crear abundancia, facilitarnos la vida (en algunos sentidos) y poder producir más alimento y necesidades básicas. Sobre todo, impulsa la innovación que es necesaria. Sin embargo, se nos está pasando la mano al seguir dejando todo en manos de la mano invisible. Yo no sería capaz de dejar a un niño morir de hambre frente a mi. Entonces tampoco debería dejar que el sistema condene a gente a su muerte solamente porque no veo a los niños morir ante mis ojos. No hay nada más valioso que la vida humana. El sistema nos ha enseñado a ver a las personas como cosas u objetos y a darle más importancia al rendimiento y la productividad que a los valores más humanos. De esto, son un gran ejemplo muchas empresas transnacionales. Vivimos tiempos complicados porque esas compañías están automatizando sus negocios y mucha gente quedará desempleada. El sistema forma especialistas para competir con máquinas. Tenemos que empezar a formar seres humanos integrales para que la disrupción tecnológica no le impida a los mexicanos conseguir empleos. La disrupción tecnológica también ha sido causa de una gran pérdida de los vínculos sociales entre los seres humanos. Además, nuestra privacidad se ve amenazada por la acumulación de datos y el internet de las cosas. La tecnología militar ha dado grandes avances; hoy con una sola bomba nuclear podemos desaparecer todos. En esto, la política tiene un rol clave. En 2020, parecen resurgir varios gobernantes nacionalistas. Estos son una gran amenaza para el mundo. Problemas globales como el calentamiento global sólo pueden ser solucionados con respuestas globales. En el siglo XXI necesitamos gobernantes globalistas y humanistas, no nacionalistas. La lista de problemas sigue, es muy larga. La salud, el terrorismo, conflictos religiosos y movimientos migratorios entre otros. Hay un problema de particular importancia, la crisis cultural. Este problema tiene que ver con todos los demás. Vivimos en un mundo donde naces sintiéndote enajenado. No puedes ser tú mismo porque te dicen que estas loco. La cultura debería de ayudar a la gente a guiar su vida. Deberíamos de ser hermanos entre nosotros, no rivales. La comunidad debería de ser acogedora y la ciudad debería ser un área socializadora y educativa. Lamentablemente, vivimos en una época en la que, como alumno universitario, se oye mucho de compañeros como nosotros quitándose la vida. Algunos culpan a la institución educativa y otros a los mismos compañeros difuntos. Sin embargo, el problema realmente es que a nuestros compañeros les hacía falta una comunidad e identidad a la cual pertenecer. No es culpa de ellos ni de una institución; nosotros, la comunidad, debimos ofrecerles un refugio y una identidad. Otros no se quitan la vida pero buscan su identidad en el alcoholismo u otras adicciones. El problema es el mismo, no hay una comunidad y cultura realmente humana que arrope a sus integrantes. El crimen organizado es mucho mejor organizado que la sociedad y nuestras comunidades. Entre ellos, los criminales tienen un tipo de identidad a la que pertenecen y los hace mas fuertes. En nuestras comunidades ya no existe esa identidad. Es buen momento para que la derecha y la izquierda en México recuerden una famosa frase de José Ortega y Gasset: “Ser de la izquierda es, como ser la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de hemiplejia moral”). El problema no es la divergencia de opiniones entre la izquierda y la derecha. El problema es la crisis social y cultural que nos ha llevado a tal polarización y dualización. México no necesita un partido político más. Necesita una identidad y una reforma cultural. III. Mi búsqueda del bien verdadero que me lleva al humanismo Yo, como Baruch de Spinoza, he estado buscando un bien verdadero que me haga gozar de una alegría suprema y continua. Soy poseedor de muchas cosas, sin embargo, no creo que me llenen de una alegría como el bien verdadero que estoy buscando. Además, me pesa mucho no merecer lo que tengo porque todo se debe a suerte de la situación en la que nací. Es imposible que algo material o el criterio de un ser externo me haga gozar de esa alegría que estoy buscando. He estudiado y meditado mucho, buscando conocer mi naturaleza y el mundo que me rodea. Me he hecho muchas preguntas, muchas de ellas sin respuestas. Buscando muchas respuestas solo he llegado a la conclusión de que todos venimos de la misma substancia hace 13 mil millones de años. Todos somos hermanos que venimos de esa misma substancia, hasta las plantas y los animales son de nuestra familia. Nuestra felicidad depende de la felicidad de los que nos rodean. He llegado a entender un poco mejor qué es lo que le contribuye algo a mi bien verdadero. Mi objetivo en la vida no puede ser trabajar nada más, acumular riquezas materiales y observarlas cuando sea viejo. Sino, cuando sea viejo quiero morir en calma sabiendo que siempre busque nutrir mi alma, con virtudes, de riqueza y mi perfeccionamiento que es también mi naturaleza. Conociendo mi naturaleza humana, reconozco que tengo una gran responsabilidad de luchar por el bien de todos los que coexisten conmigo, es decir, por mis hermanos. Conforme a la guía de la razón, es necesario buscar que los demás también busquen vivir según la razón; buscando el bien común, creo que lo más conveniente para los seres humanos es encontrar una identidad común en el humanismo. Esta identidad común es independiente de las nacionalidades, religiones, raza, color, sexo o preferencia sexual. Esta identidad reconoce, respeta y admira a cada ser humano por su simple dignidad humana. Referencias Morin, E. (1973). El paradigma perdido. Ensayo de bioantropología. Barcelona: Kairó Gasset, José Ortega y.La Rebelión De Las Masas (Con Un Prólogo Para Franceses, Un Epílogo Para Ingleses y Un Apéndice: Dinámica Del Tiempo). Espasa-Calpe, 1969.