NACHO COSIN Y SU OBRA TEATRAL LAS BUENAS COSTUMBRES
No es fácil concretar en una sola valoración la labor teatral y por ende, cultural que Nacho Cosín viene realizando durante los últimos años en nuestro pueblo natal, Calera y Chozas, en la provincia de Toledo y por tanto en España, acciones siempre de agradecer, promocionar la cultura, es decir, la alimentación de la mente. Es difícil y no fácil de precisar porque a nuestro alrededor existen muchos fenómenos culturales agrupados bajo el término de “teatro”. Nos encontramos con el teatro clásico, el convencional, el de vanguardia y el teatro de Nacho Cosín que va por libre. Libre para dirigir, libre para interpretar, y por supuesto, libre para escribir, como no podía ser de otra manera. Ignacio Cosín, con formación académica oficial en La Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid, con vocación inquebrantable al arte de Talía, nos sorprende y nos admira regalándonos su talento en un pueblo, al fin y al cabo, apartado, en la provincia de Toledo. Pues ahí, este polifacético artista deleita, de vez en cuando, a los lugareños con sus puestas en escenas, con obras originales escritas por él, o bien adaptaciones de renombrados autores. Cosín, dirige, interpreta y nos ofrece sus propias obras en la Casa de Cultura de Calera. No hace mucho tiempo tuvimos la fortuna de ver sobre el escenario una de sus obras más cercana a los lugareños: Las buenas costumbres, obra rural, como él mismo nos informa en un subtítulo: (Comedia Rural en dos días), y por ser rural la consideramos universal, ya que llega al corazón y comprensión de todos los públicos. El género literario denominado El Costumbrismo es el que presta especial atención a las costumbres desarrolladas en un lugar concreto, en un tiempo determinado, el llamado Costumbrismo se desarrolló en España a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, e intenta expresar la realidad de forma objetiva. Su principal característica es la expresión de amor y agrado hacia las costumbres presentes, estas se pueden manifestar con un tono humorístico. Y estas características del Costumbrismo decimonono es precisamente lo que Cosín nos ofrece en su texto, de acertado título y originalidad a la hora de asignar, también título, a las diferentes escenas, todo ello hace que en Las buenas costumbres, todo sea bueno. Se diría que es una obra magistral, inaugurando así un subgénero Costumbrista. El subgénero de la ironía en las costumbres. Nacho no presenta una tragedia, sino que en una aclaración previa como subtítulo nos dice que es una comedia y además Rural ¡Una comedia rural! De esta forma se aleja, de forma muy inteligente, del eco que podría llegarnos del dramatismo expresado por García Lorca en ese contexto rural. Así, el espectador disfruta del mundillo rural con sus chascarrillos, sus refranes o sus frases hechas: Una deliciosa comedia rural. El argumento de Las buenas costumbres, es el propio de ese ámbito que nos absorbe como espectadores: los litigios entre hermanos, en el mundo rural era el pan nuestro de cada muerte de un padre que moría. “Lo mío es mío y lo tuyo a medias”. Y, ¿cómo no? Los terratenientes de entonces tenían a la empleada de hogar para desahogarse sexualmente. El señor “intachable” de la casa acudía a la sirvienta para poder desfogarse: caprichos del señorito que sirve al autor como nudo en esta obra maestra del Costumbrismo, y en ella brilla el idealismo como desenlace. Y para que todo quede atado, los hijos legítimos en palabras de una de las aldeanas: “Ahora se matarán por la herencia”. Por último tengo que decir que nos encontramos ante una obra teatral de alta calidad lingüística, las palabras, las locuciones del idioma de Cervantes, nos llevan de la mano a conocer a unos personajes que, en su acepción psicológica, plasman genuinamente, como pocos lo hicieran, a una España rica en vocabulario y plena de metáforas, que describen con figuras literarias la exactitud de un hecho o una situación. El epílogo nos habla de los tiempos futuros, “Las buenas costumbres se han perdido”, dice una moderna costurera. Ahora todos los aldeanos saben de dispositivos tecnológicos donde ellos están dispuestos a volcar su sabiduría. Mila de Juanes (Escritora)