CON LA POETISA PILAR ADÓN
Nace en Madrid, 1971. Estudió Derecho. A los diecisiete años ganó su primer premio literario en RNE-R3 con un relato breve. En 1995 empezó a publicar en revistas literarias como La Hora Feliz, El Pájaro de Papel y Píntalo de Verde. Es autora de los relatos: Viajes inocentes, y de las novelas Las hijas de Sara y El hombre de espaldas. En el 2007 fundó la Editorial Impedimenta. Ha publicado en Babelia, ABCD, Público, Eñe, Brèves, Turia, Müsu... Y en formato virtual: Literaturas.com, Ariadna r-c, Fósforo, Impracabeza o Aviondepapel.com. Actualmente ejerce la crítica literaria en el suplemento cultural Caballo Verde del diario La Razón. De su obra poética destacamos Con nubes y animales y fantasmas (2006); De la mano iremos al bosque (2010); y los tres poemarios de La Bella Varsovia: La hija del cazador (2011), Mente animal (2014) y Las órdenes (2018). En La hija del cazador, la niña que es mujer, se aleja de la casa hacia el bosque, busca un universo nuevo e incierto. El destino es el propio sendero. Allí las sombras huyen y acechan. Las emociones nuevas son trasunto, a su vez, de las emociones abandonadas. Vivir la casa donde vive el pasado y edificar la del futuro con la frágil materia del presente, con temores y extrañezas de una realidad en tránsito. En Mente animal, se adapta al paisaje. Permanece lo que no se puede proteger y lo que no se puede destruir. En un mundo inadaptado, y sin la convicción de que el día merezca un amanecer como el que se regala, subsiste lo que arraigó o deambula, la caza, el alimento, la conservación entre vegetales y gusanos, eso donde se echan raíces y en torno a lo cual merodea la supervivencia o la memoria, sin resistir en la espera. En Las órdenes, se escuchan las que tienen que ver con la condición de hija y de madre: la obligación de asumir los cuidados de los demás y obviar el bienestar propio, perpetuando los roles que se asocian a nuestras circunstancias. Ella ha escrito un libro incómodo por su cuestionamiento de a dictados —crecer, cuidar, reproducirse, seguir cuidando—. De ello el poema “Ligaduras”, que Alberto García-Teresa cita en Insumisas: poesía crítica contemporánea de mujeres, nos dice: /El afán de cuidar. Lo irremediable de cuidar. / En el tiempo de cada mujer que se apresura / Que no descansa, que lo hace todo. / Ahogándose en sí misma /. En tres secciones aparecen poemas hiperbreves (“Eso espiritual que ves en mí es miedo”; “Sólo quien tiene el amor / lo cree prescindible”; “Es una pulsión: un hombre encuentra agua / y tira una piedra”…) y en el que indaga en una misma, los ascendientes, lo corporal y lo psicológico. Hay algo de suplantación, de impostura ideal, de rectificación de lo vivido. En “¿Quién me va a cuidar cuando sea vieja?…” podría ser leído con hasta qué punto puede la autocompasión ser llevada al paroxismo: /Sola en mi sillón… /Sin hijos que me bañen, /… /me laven los pies y las axilas /cuando queden ya pocos motivos para existir./. ENCARNACIÓN SÁNCHEZ ARENAS PUBLICADO EN EL DIARIO JAÉN EL 15 DE DICIEMBRE DE 2019