Moisés González: Introducción al pensamiento filosófico. Filosofía y modernidad.

Tecnos, Madrid, 2019 (9ª ed.)          

He aquí una auténtica guía para no perderse en el mundo (en el conocimiento) de la filosofía, ello considerado a lo largo de la Historia, pues el libro comienza, oportunamente, por el capítulo, tan significativo: ‘El lugar de la filosofía en la cultura (naturaleza y significación de la filosofía)’            En materias que han sido muy ampliamente tratadas en el curso de la docencia, hay, creo, una premisa que debe cumplirse en primer lugar, y es definir con claridad los tiempos, las pautas, los grandes temas que han sido motivo de preocupación especulativa para los pensadores y que han ido, con ello, trazando lo más relevante de cuanto el hombre ha pensado acerca de sí y su entorno, lo próximo o imaginado a fin de conocer algo de ese interior (a veces llamado el mundo espiritual) que nos mueve como seres no solo racionales, sino dotados de imaginación, que también ha de contar al efecto.           Estamos, entonces, ante un libro claro en su planteamiento, bien estructurado en sus etapas de evolución (así habremos de considerarlo) y, a mayores, escrito con una prosa muy bien definida, precisa y sencilla a fin de propiciar el seguimiento de temas tantas veces arduos para el entendimiento como todo aquello que atañe al alma, esto es, metafísica o pensamiento abstracto. Esos estados de indagación que, en el fondo, no propenden sino a coordinar con un mínimo de aproximación razonable el destino del ser racional y la naturaleza del vinculo entre hombre y Dios; el móvil por antonomasia del hombre que piensa: el sentido de trascendencia.                 La exposición, a mi entender, se enriquece por cuanto a cada uno de los grandes capítulos en que se subdivide, acompaña un apartado de textos, que ayudan y contribuyen sin duda a una mejor aproximación a la materia considerada: tal es el caso de Textos alusivos a La Edad Media cristiana o la Edad Media árabe,o bien relativos al apartado de Ciencia y Filosofía (una cuestión de muy vigente actualidad por cuanto hoy la filosofía no abandona ya, al parecer, la aportación especulativa, en la valoración de lo abstracto, a la hora de tomar en consideración la física cuántica (entiéndase la preocupación actual de filósofos como Gómez Pin o Markus Gabriel)   En cuanto a cómo se tratan aquí determinados temas, me ha parecido relevante el subrayar, por ejemplo, la cita que considero acertadísima de lo que Lucrecio escribe en su Elogio de Epicuro: “Cuando la vida humana yacía a la vista de todos torpemente postrada en tierra, abrumada bajo el peso de la religión, cuya cabeza asomaba en las regiones celestes, amenazando con una horrible mueca caer sobre los mortales, un griego osó el primero elevar sus perecederos ojos y rebelarse contra ella. No le detuvieron ni las fábulas de los dioses (esas creaciones de la imaginación, permítaseme recordar), ni el cielo con su amenazante bramido, sino que aun más excitaron el ardor de su ánimo y su deseo de ser el primero en forzar los apretados cerrojos que guarecen las puertas de la Naturaleza”                ¿Acaso hoy se ha entendido ya la llamada, el reclamo que hace Epicuro del placer –de lo sencillo, de lo efímero, si se quiere- como fundamento del auténtico placer sin tener ello que ver con la satisfacción de los placeres como ebriedad sexual o puramente instintiva, hedonista y pasajera?     También, a la hora de reflejar el pensamiento que supone una nueva actitud ante la naturaleza, cuando señala a Pomponazzi como el represdentante que “defiende una concepción naturalista del mundo que busca, utilizando a Aristóteles como modelo, una descripción del orden universal en el que las fuerzas que ejercen su acción son siempre las mismas y su influencia se extiende al conjunto de todos los seres, incluidos el hombre y la sociedad humana” O bien, cuando alude a Giordano Bruno para señalar que “ha sabido marcar la distancia que va de la época medieval con su universo cerrado, finito, inmutable, definido, a la edad nueva con un universo infinito, abierto, rebosante de posibilidades ‘sin murallas que nos defrauden y puedan privarnos de la abundancia infinita de las cosas”, esto es, todo un mundo nuevo por descubrir para el hombre.           Lo dicho, como obra de profunda vocación didáctico-histórica, resulta un libro completamente recomendable para asirnos a cuanto, como hombres, nos alude: el siempre pensar, el pensar infinito, con sentido de descubrimiento, de infinitud en el horizonte más serio –y espiritual- de la especulación fundada, de la reflexión sustanciosa. Es así que, “cuando los filósofos de hoy día se deciden a realizar su esforzada labor, no se encuentran solos, tienen detrás de ellos, a sus espaldas, un amplio y profundo pensamiento, pues, como dijo Moriz Schlick, ‘la filosofía es de siglos, no de días”.                                                   

Ricardo Martínez

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