Darío, rey del vocablo castellano
Hace unos pocos meses estaba en una librería buscando un libro de Rubén Darío, le pregunté al empleado y en eso estaba un señor a la par mía y él respondió con suma ignorancia, “para que vas a leer a ese borracho y mujeriego, porque en realidad eso era Darío”. Respetuosamente, le contesté: “su forma de expresarse me sorprende, es común que alguien que no es lector hable así de un sublime vate como lo fue Darío, cómo es posible que se expresen de esa forma del magnate innovador de las letras castellanas, que sus aportes a nuestro idioma es invaluable, él fue un genio de la redacción desde temprana edad, en 49 años que vivió escribió 40 libros, a los 14 años, escribió uno de sus poema más extensos, ‘El libro’, de 100 décimas, otro que es extenso es ‘Canto a la Argentina'’, precioso. Si no ha leído la obra de ese bardo glorioso, desconoce la belleza de la poesía dariana y la universal…”. Le recordé esta frase: “la ignorancia es la carga más pesada, pero quien la lleva no la siente”. Algo me agradó de este señor, aceptó en plenitud su yerro. Al final, me dijo, “por favor discúlpame, no fue mi intención haber ofendido”. Le dije: “tranquilo, solo le sugiero que, para la próxima, si no va a pronunciar de sus labios lo agradable, mejor no diga nada, y también le sugiero que lea más al ‘príncipe de las letras castellanas’”. Darío es el rey del vocablo castellano, este 6 de febrero del presente año se cumplieron 101años desde que pasó al eterno plano del misterio real. Jóvenes, conozcamos a esa leyenda de la literatura, que leerla es una dulzura de ternura. No nos sumemos de los tantos que existen en el planeta, que no conocen a los artistas maestros de su propia patria, y todo eso simplemente por no leer, qué terrible decepción… para el “padre del modernismo” su máxima pasión era amar y describir la belleza femenina, pasear por el mundo conociendo lugares distintos para inspirarse y, obviamente, era un eterno esclavo de la agradable lectura y escritura en su tiempo de ocio. Lectores, copiémonos de él en este particular, Darío usó 17 seudónimos en todo el transcurso de su existencia, él ''falleció el 6 de febrero de 1916 a las 10:15 p.m. y sus honras fúnebres fueron el 13 de febrero, sus restos descansan en paz'' en la catedral metropolitana de León, Nicaragua, ciudad que lo vio crecer, donde él aprendió a leer. Amantes fieles de la poesía, necesitamos conocerlo más, al más grande de los poetas de nuestro preciado continente, la lectura constante te convierte rápidamente en un sublime intelectual, espectacular. Solo a través de los libros, aumentarás enormemente el conocimiento, la tecnología es otro puente perfecto para adquirir día a día la grata sabiduría, siempre y cuando le des el uso ideal. El que no es lector, se pierde el honor de lo mejor, intelectualmente siempre vivirá con dolor. Valoremos el esfuerzo de este exponente máximo de la poesía, apreciemos y amemos su legado extraordinario y legendario.
Carlos Javier jarquín El chico poeta Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.