Gaijin (persona de fuera, extranjero)
Después de diez años, en una librería del barrio de Tetuán, Madrid, vuelvo a tener en mis manos, Gaijin, novela del joven escritor argentino, descendiente de japoneses, Maximiliano Matayoshi, ganador de los premios Alfaguara en el año 2002. Volví a recordar la historia de aquel adolescente, carismático, que debido a la guerra tuvo que emigrar a un continente tan lejano al suyo, arriba de un barco, durante tres meses, atravesando un duro viaje al olvido y al vulnerable desarraigo. Este escalofriante y aterrador suceso que ha tenido que pasar el pueblo japonés, como otros países en la historia de la humanidad, nos sorprende con emociones dispares, culminando con el enamoramiento y la desaparición sonámbula del pasado. EL aplomo, la convicción, la perseverancia y una gran virtud…trabajador insaciable, de este personaje, nos invita a meternos de lleno en la novela, que te rías, que te angusties, pero, sobre todo que vivas cada paso, cada pensamiento, cada experiencia y evolución. Es curioso y ocurrente a la vez, que una navaja desenterrada de aquel polvo de guerra haya sido un tesoro para este personaje y necesaria a la hora de arbitrar situaciones complejas, dudosas. El autor convencido y de manera eficaz, coloca esos espacios donde juega con la memoria del lector, es decir, coloca un objeto muy preciso, donde marca el año de cuando parte la historia y ese mismo objeto recurrentemente aparece, con esa chispa de aventura, sin dejar de hilvanar las historias que maduran en la novela. Es cierto, que, al comienzo crees estar frente a otra dura historia de emigración, pero, a medida que va trascendiendo, te va arrastrando y ofreciendo a la vez, nuevas expectativas, amalgamando los actos hasta dejarnos ese sabor latente en busca del frescor. -No lograba recordar el nombre del personaje- hacía años lo había leído- Este personaje “gaijin”, de quien, no descubrimos su nombre hasta casi el final de la novela, porque así lo ha decidido el autor, dejándonos en suspense y lograr el impacto en los lectores, consigue que el nombre del personaje nos quede como eco durante largos segundos sin caducidad. El momento culmine, sin lugar a duda, que nos atrapa sorpresivamente al final, es aquella historia que no levanta sospecha, que pulula delicadamente en la imaginación del lector, para luego sacudirnos con un desenlace perfecto. Este personaje que es de aquí y de ninguna parte, al menos eso nos hace creer, hasta conocer su verdadero arraigo, el amor envuelto en un pañuelo de seda…un obsequio al corazón.
Fabiana Andrea Vega Miranda