Lo que vuelve de la identidad
La novela es extensión, es territorio, como la Argentina. Ergo, la novela es llanura en un roto mapa de 1975 del Automóvil Club Argentino marcado en “Los Toldos”, origen y fin del cuerpo del delito. La novela es expansión, ramificación, como la cuenca del Salado y sus afluentes; es una gran mancha de agua que se amplia, inundación por desborde de pathos: caos, furia y dolor; amor, locura, muerte, de muchos más que ciento cuarenta caracteres. En esos espacios, Noe Mazzoni elige ponerle como marca de agua el tiempo que va de la caída del Gral. a Las Botas, turbulencias de la Tormenta Perfecta que sobrevendría a la postre. (Una pesada herencia es una “Casa tomada”.) Con la filigrana de la “Eterna Novela Nacional”, una novela familiar (en los dos sentidos), la del medio pelo González, tres perfiles de mujeres pre-facebook, tres hermanas (qué mujer-hermana no es chejoviana): Marga (Maga), Nora (fantasma asesinada que vuelve de la eternidad por sepultura de verdad y verdad de sepultura) y Any (Hall); una madre con una enfermedad degenerativa de la cual poco se sabía y se sabe, y un dúo canino entrañable que es agua en La Pampa Imaginaria de este Mundo. Como efluentes de nuestra Historia, de esta historia, un NO-PADRE e Ismael, un hermano apátrida que no va a comprar (“deme dos”) televisores sino que vende órganos en un país trasandino en ruinas por un terremoto geológico y otro geopolítico. Un escultor vertebra Lo narrado (en tres Corpores de “La femineidad”), porque quienes escribimos defendemos los relatos, todos los relatos, sobre todo “Los Grandes”, que vuelven de la eternidad del mito. Mazzoni lo hace transformando el puro big bang novelístico en un territorio espectral y simbólico fecundo a partir del poético eterno retorno; sacando de la piedra Latinoamericana una Argentina que es ya no sólo extensión, sino Territorio, y Nación, a fuerza de “Golpes” durísimos. El cuerpo escultural de La Patria ya no puede ser vaciado para mera ornamentación femenina de los hombres que desprecian la justicia, la libertad y la vida. Como una serie de “Netflix”, sé, porque la tuve seis años en mis talleres de narrativa, avanzados, que Noe se halla escribiendo la secuela de esta zaga que nos llevará a la segunda temporada de este derrotero nacional y familiar. Noe Mazzoni dixit: “Si es cierto que la gente feliz no tiene historia, que la culpa es intrigante y maliciosa y el perdón no llega, puede ocurrir que se partan los hilos de la razón”. Y la locura es el espejo que hace que la razón no se desgarre. En fin, Lo que vuelve de la eternidad es la identidad política negada y renegada; novela dramatúrgica que sobre el campo de batalla abierto por grietas de sangre trágica llama al diálogo de los Hijos de estas Tierras (de Nora, Marga, Any) por un futuro con Historia, pero más feliz. P.d.: Escribo esto tomado por la instagram de un mediático con el pelo pintado de amarillo que se asume CEO del Imperio. Conocemos la foto, ¿la película será lo que vuelve de la eternidad?
Ernesto Marcos.
