La Literatura pasó de agache
Por: Oscar Seidel
Si todos los que escribimos nos hubiésemos dedicado a aclarar lo que estaba por acordarse en La Habana, otra sería la situación. Pero no lo hicimos: ya por aparentar ser ajenos al problema, ya por no ganarnos enemistades, o ya por cobardes. Ahora tenemos que soportar la polarización que nos está fustigando de manera inmisericorde, y aguantar la desinformación de algunos medios de comunicación parcializados, y ajenos a la verdad periodística. Salvo contadas excepciones, como los escritos del antioqueño Héctor Abad Faciolince, que llevaron a concluir al Nobel Mario Vargas Llosa después de leerlo que si él fuese colombiano votaría SI, o las razones del poeta y escritor vallecaucano Medardo Arias Satizábal en el otro plato de la balanza, que incitan a la otra Colombia a votar por el NO. Pero ya es tarde para lamentarnos: ahora hay que pensar como reinventarnos a este país para que soporte los veinte años del post acuerdo. La Literatura tendrá que ir de la mano con el Sistema Educativo, para que se formen líderes proactivos, capacitados, creativos. Y tendrá que ir abrazada con maestros y profesores para cambiar el chip de quienes hemos vivido el conflicto.¿Cómo hacer para escribir en el nuevo periodo del post acuerdo? En primer lugar, debemos dejar de recordar la violencia de los últimos cincuenta años. Las bibliotecas, las hemerotecas y los archivos están colmados de papel con este tema. Hay que ser creativos para que los cuentos y relatos tengan otro sabor, gustable, apetitoso. Que la poesía deje de cantarle a los muertos y a las balas, y que la crónica verse sobre la nueva fraternidad en que vivamos todos los colombianos. No debemos parar de escribir. Hay que escribir, escribir y seguir escribiendo. La Literatura puede aportar cartillas y videos para los niños, en donde se les explique con sonidos, con imágenes, con música, cuál será nuestra situación a partir del acuerdo final. Los maestros serán los líderes del cambio de mentalidad, pero también deben hacer un lavado mental de los errores que han cometido en la enseñanza, al pretender que sus alumnos memoricen números y párrafos y fórmulas que ellos aprendieron de memoria sin cuestionar la razón de su contenido. Debemos copiar el modelo educativo de Singapur que según Mike Thiruman lo resume así: «Nos dimos cuenta de que el mundo estaba cambiando con la tecnología, la globalización, y el mundo se volvía cada vez más pequeño. Nos planteamos cómo preparar a los estudiantes para competir en un mundo con esas condiciones, y coincidimos en que requerían una serie de habilidades para sobrevivir y ser exitosos en la vida, como las comunicativas, la creatividad, el pensamiento crítico, la curiosidad, la adaptabilidad. Eso es mucho más complicado de enseñar que un contenido; toma mucho tiempo desarrollar estas habilidades», y en «Sin importar qué tan bueno es el sistema educativo o qué tan avanzada es la tecnología, lo importante para todos nosotros siguen siendo las personas. Nos aseguramos de reclutar para nuestro equipo a personas muy competentes como docentes. El secreto del éxito de la educación de Singapur son los maestros». En estos momentos tenemos que reinventarnos todos ¡ Cali, Septiembre 21 del 2016