El espejo y la sombra del ser
“La libertad absoluta es el pensamiento como voluntad” Jean Hyppolite.
Sentidos, lluvia de sentidos. Es en este poemario que ahora comentamos, el atisbo de un mundo, un recorrido acústico, poesía a raudales. Es lo que encontramos en Salmos de luz de María Elena Solórzano, un canto amoroso y tras mutante en cada verso. Un sin fin, una cascada interminable de campos semánticos, ejemplo: pájaro, alas, paloma, alondra. Es quizá en estos campos semánticos donde la poeta nos toma de los cinco sentidos y nos intima en el mundo simbiótico del ser que busca su libertad y emprende el vuelo, cito: “Pero vendrá la lluvia y limpiara la greda de mis alas”. Es María Elena Solórzano un ser tras mutante, mujer Eva: Higo / sandia / manzana/ mujer sensual, erótica / mujer durazno / níspero, un sinfín de frutas tropicales. En Salmos de luz Solórzano no es creada para el ser yo, es engendrada desde el submundo destellante, marino, acústico, senderos de floras hibridas y mundo cambiantes y sus simbiosis. Pócimas de ecos y destellos, campos semánticos, metáforas esplendidas que a través de su lectura nos entretejen a los sentidos y como boomerangs constantes nos destellan sentimientos, nos inundan el espacio cósmico con los ecos detonantes de sus versos y ritmos, creando así sensaciones acústicas de atmosferas como el mar y la naturaleza y su flora; cito: Respiro por mis branquias incipientes. / El pez vino conmigo / y me sentí feliz entre los líquidos. / se desprenden las escamas. Otra soy. Es así como la poeta nos dibuja con sus cantos; su visión estética de su sueño y al mismo tiempo realidad. En su gestación del poema pareciera que la poeta pretendiera transformarse entre los hilos imaginarios del tiempo en mujer pez, mujer niña, niña mujer y naturaleza, mujer flor. Cito: XVIII Regreso a casa luz de arena la ilumina lirio, soledad pantano donde flotan los presagios. O estos versos donde retorna a la niñez: Por el postigo la niña espía la liturgia de la vida. O estos otros versos donde se esboza el origen primigenio: Hija de la Luna soy la sangre escurre entre mis piernas Sentidos, lluvia de sentidos: “Daré a luz / durante el amanecer de las violetas” . Mujer hechicera, estallido de colores. Tejedora de prodigios y conjuros, descifradora de jeroglíficos y enigmas. Es Solórzano creadora de su propio idioma poético, centinela de bellas evocaciones que atreves de acordes prodigiosos construye sinfonía de palabra, verso y metáfora. Es por ello que en estos Salmos de luz emerge esa necesidad primigenia de crear mundos metafóricos para dejarnos ir entre sus hilos imaginarios y sus palabras personales e ingeniosas como: instanteros, tamborilero, higueros, golondrinera, etc. Es esta poeta una salamandra que repta y adivina los colores de sus albas y se transmuta en mujer serpiente. El mundo de la esencia de la poeta nos manifiesta sus mil rostros.¿Será que el ente creador la lleva a huir de su realidad? Y es por medio de las metáforas que ese ser creador se refugia en los mil objetos nombrados y sus campos semánticos de los que hace alarde la creadora; ejemplo: Higo, sandia, manzana, duraznos, nísperos, frutas tropicales, bambú, anacondas, bromelias y ciruelos. Mil sensaciones nos trasmiten Solórzano a manera que va desarrollando sus versos entretejidos con su esencia, su espíritu. Madejas luminosas en sus XLII cantos, metáforas labradas bajo la raíz más pura y el tono convencional y riguroso necesario para la culminación poética del poema de largo aliento. Imágenes que la poeta esculpe en su tono profético y luminoso adaptando su realidad con sus raíces de mujer y sus mil oficios ejercidos atreves de su tiempo. Permitiéndole de tal manera hacer uso de una perfecta adecuación y tono a lo largo del desarrollo de su estructura, contenido, lenguaje y sentimiento. Es pues la poeta una fuente de imágenes y metáforas. Un alud de versos que en su destejer y tejer nos van adentrando en los reflejos y sonidos de mundos simbióticos y tras mutantes. Poeta andante y luminosa María Elena Solórzano nos comparte sus sueños, diálogos amorosos. Forjadora de versos; diálogo acústico y quine tico a veces amorosamente erótico, a veces amorosamente triste. Y nos deja su reflexión sobre si el poeta es el reflejo de los sucesos y circunstancias, utopías poéticas o solo lenguaje vivo y poderoso. Un acto poético ejecutorio de sensaciones a lo largo de metáforas bellas. Belleza máxima del lenguaje. Salmos de luz es un mundo poético de estruendo, silencio, sinergia, recreación, el espejo y la sombra del ser que crea. En el imaginario abismo del yo, Solórzano nos dibuja sus Salmos de luz, nos conduce por su retorno y su presente, mundo visible e invisible de lúdicos actos poéticos. Es así como la ´poeta intuye, visualiza, contempla. Viaja asía sí misma y detona su creatividad y es entonces que el acto divino la posee e inicia el canto intimo, la danza de la imaginación. Inmediatez pura oscilando entre lo mágico o lo real. Adentrándose al espejo e inundando sus vacios con destellos poéticos. Esos vacios y sus mil posibilidades del subconsciente hacia la utopía estructurada en capítulos. “La razón es un instante más del olvido del ser, el miedo a pensar, miedo ante el miedo mismo” dice Mota Botello. Es por eso que Solórzano nos adentra en remolinos de luz, voces de su niñez, diálogos con su ser amoroso, a sus vacios y sus visiones, su origen, su profundidad. “Ser uno con otro”, según Heidegger. Y es todo esto gracias al lenguaje, el don de la palabra, el eco de todo y de todos. Mundo misterioso que nombra las cosas, designa tiempos e historias. Cada metáfora construye los muros del mundo del poeta y son tan sólidos e indelebles que prolongan su existencia a través de lo que escribe. Palabra, poesía y objetos creados se amasan a lo largo de la lectura de Salmos de luz. La simbiosis entre palabra y sentidos se observa en estos versos, cito: Arraigo de silencios. los duendes husmean en la calina. Perturbas la quietud de mi casa, me introduces en el laberinto del ayer.¿Por qué la orilla de tu blusa abre mis ojos? En la superficie del mantel la huella de sabores idos Y la boca me sabe a mandarina, a leche con canela, a dulce de membrillo. “Nada importante se hace sin pasión”; y esta frase se aplica indudablemente al trabajo poético bien logrado de Maria Elena Solórzano. El poeta es un escultor que detalla y esculpe cada uno de sus versos. Sus utensilios; la palabra, el lápiz y la hoja en blanco se trasforman en prismas, diamantes. Acuñados bajo el ímpetu, la pasión que da el don creativo de actos y palabra viva. Pero claro es todo este cumulo de acciones literarias que generan el mundo poético de la poeta. Que con su lenguaje nos reproduce su visión y nos abstrae en la belleza de sus líneas. La poeta nos esboza la profundidad y el sueño surrealista engendrado sobre metamorfosis y subconsciencia dando como efecto un mundo submarino donde el bucear nos lleva a su fondo espiritual de mujer mística; Es así que el poeta desemboca casi siempre en su conciencia y su verdad. Como es notorio a lo largo de la lectura de Salmos de luz. Donde la fluidez y musicalidad se van desarrollando a medida que nos sumergimos por sus versos. Lenguaje poético que nos expresa, dibuja inmediatez, interioridad, erotismo; como decía Hölderlin “Los dioses no adquieren la existencia, sino la autoconciencia, cuando el hombre los nombra” Es en este canto XXII donde encuentro propia, adecuada la frase antes citada; Cito: Era bella. varada sirena, el mar me dio por residencia tierra. Con lentitud mis pies deformes ascendieron a los riscos, con dificultad bajaron hasta donde hierve la cascada. Como pisciana añoro el mar. Es en este texto donde descubrimos la fuerza y plenitud de una mujer de agua, metáforas que se funden al mundo marino y su conciencia de mujer terrenal. Dando por resultado versos con un alto grado estético. Es pues en resumen Salmos de luz un efecto y causa de imaginación y trabajo literario llevado con cautela a el nacimiento de un hermoso poema de largo aliento. Y para terminar les dejo estos versos: Rechina la puerta con las esquirlas del recuerdo gusarapos de luz por la hendedura. Con los granos el sol bendice a los hombres que sudan la faena, a las mujeres que llevan el cántaro en el hombro.
María Merced Najera Migoni