RAFA MELERO ROJO, LA PENITENCIA DEL ALFIL: DIBUJANDO EL PERFIL DEL ALMA DE UN PSICÓPATA
Luz, oscuridad, luz. Ese es el camino que ha recorrido Rafa Melero Rojo en su segunda novela, donde ha abandonado, quizá, de una forma premeditada, el retrato sociológico, geográfico y personal de la mediterránea Barcelona, para buscar el lado más oscuro del ser humano en la vertiente más sicológica de unos personajes que, entre todos, nos ayudan a ir dibujando el perfil del alma de un psicópata, pues ese es el resultado final del retrato del asesino y del delincuente al que Melero ha dedicado sus dos primeras novelas. Con la solvencia de aquel que sabe el terreno que pisa, una vez más, teje una elaborada y fina tela de araña sustentada en una portentosa arma: el conocimiento, casi enfermizo, del procedimiento policial que nos presenta en cada caso que hasta ahora ha abordado y, que de paso, le sirve para mostrarnos las razones, si en verdad las hay, en la mente enferma de un ser humano que en un momento de su vida decide alejarse de la realidad para vivir una vida paralela, en la que el último objetivo es matar y hacer daño. El mal puede tener muchas formas o vertientes de mostrarse o presentarse, pero siempre, apunta a un mismo objetivo: causar el mayor dolor posible. Golpes irreparables a los que, como los sueños rotos, el novelista ilerdense trata de buscar un porqué que, al menos, ilumine un poco la oscuridad de la desgracia. Uno de los grandes méritos por parte de Melero es adentrarse en la mente y, por ende, los sentimientos de una persona enferma. Su juego de las casualidades y ese fino olfato a la hora de cuadrar las pruebas no le servirían de nada a su protagonista, Xavi Masip, si no ahondara de verdad en los entresijos del alma humana, pues ahí es donde se encuentran las auténticas razones de aquellos que son felices matando, y eso es algo que Melero y su protagonista saben muy bien. En ese llegar al fondo del averno humano se encuentra, sin duda, esa última necesidad de conocer la verdad, pero no solo la verdad que ayuda a resolver el caso, sino la verdad que nos da calma y sosiego a la conciencia. Hay mucho de ese último intento de conciliar la paz personal y colectiva en el cometido final de un Xavi Masip que no deja indiferente a nadie, pues su arma más valiosa es, a la hora de confrontar el bien al mal, la del esfuerzo y la pasión hacia su profesión y su carácter de servicio público. Con personajes como Xavi Masip es fácil hacer las paces con los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado pues, tal y como nos los muestra el escritor catalán, son el fiel reflejo de todo aquello que se encuentra plasmado en el articulado que va desde la Constitución hasta el último reglamento de nuestro marco jurídico. A todo ello, hay que unir la labor pedagógica en las artes detectivescas y policiales del protagonista de Melero; un arquetipo de personaje digno de incluir en la larga nómina de personajes de la novela negra española y universal, pues hay un último afán de mostrarnos los diferentes porqués y aristas en las que se puede mostrar el mal en la sociedad en la que vivimos. También podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, que Melero se está comportando como un maestro del suspense, pues la estructura de esta novela es un claro ejemplo de ello. Divida en capítulos cortos, pero intensos, donde se nos deja un hilo del que ir tirando en las diferentes tramas que se van abriendo a lo largo de la novela, hasta que finalmente convergen en una sola, hablan muy a las claras del gran dominio por parte del autor de cómo plantear, continuar y resolver una novela de intriga policial como esta. Melero no nos miente, y eso nos va quedando cada vez más claro a medida que avanzamos en la lectura de esta historia, donde nada es lo que parece, pero en la que todo cabo suelto acaba por encontrar su bolardo donde amarrarse. En este sentido, la gran complejidad que Melero nos plantea en cada uno de sus casos, nos habla del buen quehacer de arquitecto que tiene a la hora de buscar una historia con la que tratar de entretener, a su cada vez, mayor número de lectores. Si con La penitencia del alfil, algún lector se ha quedado con ganas de más, que no lo dude y lea también su primera novela, La ira del Fénix, pues a buen seguro no saldrá defraudado y, con ello, conseguirá seguirle la pista a un nuevo héroe, Xavi Masip, que tiene pinta de que ha llegado para quedarse, al menos, en una entrega más. La penitencia del alfil es una magnífica muestra de novela negra que busca entretener a sus lectores y, de paso, acercarles a las entrañas del alma humana de una forma sencilla, sin que apenas se note, pero con la maestría de aquellos que saben dibujar esa parte oscura de los seres humanos sobre las más variadas y angostas superficies de la vida, pues no nos cabe duda de que, en cada uno de sus trazos, Melero trata de ir dibujando el perfil de un alma enferma: la de un psicópata.
Ángel Silvelo Gabriel.