Escritoras ocultas por la historia (XVIII)
El 15 de octubre se celebró el Día de las Escritoras, para conmemorarlo seguimos con la sección en la que recordamos algunas figuras fundamentales de la cultura española que han quedado relegadas por la historia, a pesar de ser figuras intelectuales de primera magnitud.
Mercedes Formica
Mercedes Formica-Corsi Hezode nació en Cádiz, el 9 de agosto de 1913, en el seno de una familia acomodada. Cuando tenía once años su familia se estableció en Sevilla. Su madre, Amalia Hezode Vidiella, se preocupó por inculcar a sus hijas el camino de la independencia, por lo que Mercedes estudió el bachillerato, y Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla en la que los catedráticos procedían de la Institución Libre de Enseñanza.
Posteriormente siguió sus estudios en la Universidad de Madrid. En 1933 sus padres se divorciaron, lo que le hizo tomar conciencia de la situación y la suerte de las mujeres separadas en España en la época.
Su carrera se vio truncada por la guerra civil. Se afilió al Sindicato Español Universitario (SEU), y fue nombrada delegada del SEU de la Facultad de Derecho. En 1936 José Antonio la nombró delegada nacional del SEU femenino y por tanto miembro de la Junta Política de Falange Española, y durante la guerra, que le sorprendió en Málaga, escapó a Sevilla, a la zona sublevada, donde colaboró con la Sección Femenina de la falange.
En 1937 se casó con Eduardo Llosent y Marañón, editor de la revista de Mediodía, órgano de la Generación del 27 en la capital hispalense. En 1944, Pilar Primo de Rivera le propuso la dirección del semanario de la Sección Femenina Medina.
En 1945 publicó en la revista Escorial su novela Bodoque. En 1947 pasó tres meses en Argentina y al volver a Madrid terminó la carrera con la intención de ingresar en el cuerpo diplomático o ser notaria, pero en todos los casos ser varón era requisito indispensable. Se convirtió en una de las tres mujeres que ejercían la abogacía en Madrid, tarea que compaginó con su producción literaria, dirigió la revista Feria.
A comienzos de la década de los 50, Pilar Primo de Rivera le encargó una ponencia sobre «La mujer en las profesiones liberales» para presentarla en el I Congreso Femenino Hispanoamericano Filipino, en el texto reivindicaron la plena incorporación de las mujeres al mundo laboral, pero los organizadores retiraron la ponencia tachándola de «feminista».
Escribió la novela Monte de Sancha, que fue finalista del Premio Ciudad de Barcelona.
Empezó su colaboración periodística en ABC en 1952, su artículo «El domicilio conyugal» desató una intensa polémica sobre la situación de las mujeres separadas y la legislación matrimonial que no daba opción a las mujeres, donde optar por la separación significaba perder hijos, hogar y bienes, como le ocurrió en esos años a la escritora Ana María Matute.
De acuerdo con los artículos 1.880 y siguientes de la Ley Procesal entonces vigente, la vivienda familiar se consideraba «casa del marido» y la esposa que pedía la separación, “culpable o inocente”, debía abandonar aquella para ser «depositada» en domicilio ajeno. El de sus padres si los tenía, o en un convento, siempre bajo la tutela de un «depositario». Formica pronunció conferencias y escribió artículos, fue recibida por Franco y hasta el presidente del Tribunal Supremo, José Castán Tobeñas, se hizo eco de sus reclamaciones en la apertura del año judicial de 1954.
En 1954 publicó su novela A instancia de parte, donde muestra su preocupación como mujer y abogada por el doble rasero con que se medía los casos de adulterio entre hombres y mujeres.
En 1956 en el Juzgado de Primera Instancia nº 3 de Madrid se emitió una sentencia en la que el magistrado resolvió que la esposa siguiera viviendo en el domicilio conyugal debiendo abandonarlo el marido y en 1958 se produjo una tímida del código civil que sustituía el término «casa del marido», por el de vivienda común del matrimonio, también eliminó la figura degradante del «depósito de la mujer», y permitió que las mujeres viudas que contrajesen nuevo matrimonio pudieran mantener la patria potestad sobre sus hijos, además se limitar los poderes casi absolutos que tenía el marido para administrar y vender los bienes del matrimonio, en un contexto en el que no existía el divorcio, ya que el franquismo había derogado los derechos que la mujer había adquirido en la república.
Formica reclamó la eliminación de otros preceptos legales que atentaban contra la dignidad de la mujer, como el tratamiento discriminatorio de la mujer adúltera frente al hombre adúltero en el Código Penal.
Formica fue una seguidora fascinada de la falange, pero renegó de la unión de tradicionalistas y falangistas decretada por Francisco Franco.
En 1960 un tribunal eclesiástico declaró nulo su primer matrimonio. En 1962 se casó en segundas nupcias con el industrial y político José María González de Careaga y Urquijo, que murió en 1971.
Escribió la novela La hija de Don Juan de Austria, publicada en Revista de Occidente con prólogo de Julio Caro Baroja, que obtuvo en 1975 el Premio Fastenrath de la Real Academia Española.
En los años ochenta publicó la novela autobiográfica La infancia (1987), los tres volúmenes de memorias titulados Visto y Vivido (1931-1937) (1982), Escucho el silencio (1984) y Espejo roto, y espejuelos (1998). Y la novela Collar de ámbar (1989).
Murió en abril de 2002.
La escritora Rosa Regás puso de manifiesto la contradicción entre las reivindicaciones feministas de Formica y su apoyo a un régimen que las convertía en inalcanzables.