Escritoras ocultas por la historia (IV)
El 15 de octubre se celebró el Día de las Escritoras, para conmemorarlo seguimos con la sección en la que recordamos algunas figuras fundamentales de la cultura española que han quedado relegadas por la historia, a pesar de ser figuras intelectuales de primera magnitud.
Sofía Casanova
Sofía Casanova fue la primera corresponsal de guerra mujer, cubrió las principales guerras de las primeras décadas del siglo XX: las dos guerras mundiales, la Revolución Rusa y la Guerra Civil Española.
Sofía Guadalupe Pérez Casanova de Lutosławski nació en Almeiras, La Coruña, el 30 de septiembre de 1861. No tuvo una infancia fácil ya que su padre abandonó a la familia cuando era pequeña. Realizó estudios en el Conservatorio de Madrid, donde estudió poesía y declamación.
A los quince años le publicaron unos poemas en el periódico el Faro de Vigo. En Madrid se relacionó con los círculos literarios de la época, el poeta Ramón de Campoamor la introdujo en las tertulias literarias del conde de Andino, tutor del rey Alfonso XII, y del marqués de Valmar. En 1885 publicó su primer poemario: "Poesías".
Siguió vinculada a las tertulias literarias madrileñas donde conoció a Emilio Ferrari, Bernard Shaw, Concepción Jimeno Gil, Blanca de los Ríos, Sofía Tartilán, Filomena Dato, Emilia Pardo Bazán y el diplomático Wincenty Lutosławski, con el que se casó y tuvo cuatro hijas. El matrimonio se instaló en Polonia.
En 1905 se separó y regresó a España, realizó colaboraciones literarias en ABC, El Debate, Blanco y Negro, El Mundo y Galicia. En 1906 fue elegida miembro de la Real Academia Gallega. En 1911 entró a formar parte de la Academia Española de la Poesía Española.
Benito Pérez Galdós elogió y estrenó la primera obra de teatro de Sofía, La madeja, el 12 de marzo de 1913.
En Polonia residían sus hijas, y el estallido de la Primera Guerra Mundial la sorprendió allí, lo que fue el inicio de su trabajo como corresponsal de ABC en la Europa oriental. En 1915 el avance alemán obligó a evacuar Varsovia, y huyó con sus hijas a San Petersburgo, desde donde narró la muerte de Rasputín y entrevistó a Trotski. En 1917 fue testigo de la Revolución rusa de 1917, durante una insurrección popular recibió un golpe en los ojos, lo que le provocó problemas de visión toda su vida.
En 1919 regresó a España donde fue recibida como una heroína. En la siguiente década escribió más de cuatrocientos artículos y cuatro libros. En 1925 su nombre se barajó entre los candidatos españoles al Premio Nobel de Literatura y recibió la Gran Cruz de la Orden Civil de Beneficencia de Alfonso XIII por su colaboración con la Cruz Roja durante la 1ª Guerra Mundial. En 1931 fue testigo de la proclamación de la Segunda República Española, y de la Guerra Civil Española desde Varsovia, tomó partido por el bando que se había lazado contra la república. Regresó a Polonia y le sorprendió el inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 cuando se produjo la ocupación nazi del territorio polaco, y se vio obligada a huir a una aldea con una de sus hijas y sus nietos.
Murió el 16 de enero de 1958.
Su producción literaria incluía colecciones de poesía, cinco novelas, ocho novelas cortas, relatos cortos, una obra de teatro, un libro infantil y ocho volúmenes de comentarios sociales, culturales y políticos, además de más de mil artículos en publicaciones gallegas, españolas, hispanoamericanas y polacas. Impartió numerosas conferencias sobre la situación de la mujer y relaciones internacionales, tanto en España como en Polonia, tradujo obras clásicas del polaco y el ruso al castellano.
Su vida y su obra fueron la inspiración de la novela Azules son las horas, publicada en 2016, y escrita por Inés Martín Rodrigo Azules.