Escritoras ocultas por la historia. Elena Soriano (I)

El 15 de octubre se celebra el Día de las Escritoras. Para conmemorarlo iniciamos esta sección en la que recordamos algunas figuras fundamentales de la cultura española que han quedado relegadas por la historia, a pesar de ser figuras intelectuales de primera magnitud.

Si en los libros de historia literaria las mujeres quedan claramente relegadas a un segundo plano, tras los nombres masculinos, no siempre de mejor calidad literaria o valía intelectual, todavía hay un tercer plano al que quedan relegadas algunas figuras que no formaron parte de los pocos nombres elegidos para representar la “cuota” de mujeres en los libros.

Inaugura esta sección temporal la escritora Elena Soriano, perteneciente a la Generación del 50, y que quedó eclipsada por escritoras de enorme valía como Carmen Martín Gaite y Ana María Matute.

Elena Soriano nació en Fuentidueña de Tajo, Madrid, España, el 4 de febrero de 1917. Realizó  estudios de Magisterio, y después de Filosofía y Letras, aunque no pudo finalizarlos por el estallido de la Guerra Civil Española.

Tras la guerra, fue vetada en el concurso público de oposición a auxiliar de biblioteca, a pesar de obtener con la mayor calificación,  por haber sido del bando republicano lo que la obligó a quedar lejos de la vida cultural.

"Mi filiación ideológica ( ... ) es bien conocida como inequívoca e invariable, antes, durante y después de la guerra civil, cuyo resultado me colocó entre los vencidos, y, por tanto, en el exilio interior durante muchos años de ostracismo social, inhabilitación académica, discriminación profesional en la censura y otras penalidades personales y familiares que omito", declaró en una entrevista publicada por el periódico El País.

A pesar de ello siguió escribiendo y en 1951 publicó la novela Caza menor, que dio lugar a una serie de veinte episodios en TVE. En 1955 publicó la trilogía formada por las novelas: La playa de los locos, Espejismos y Medea 55. La playa de los locos fue prohibida por la censura franquista, y no pudo ser editada hasta 30 años después. Su mayor éxito editorial le vino de una biografía personal publicada en 1985, Testimonio materno, en la que narraba el lento suicidio de su hijo Juanjo, que cayó en las redes de la heroína.

Destaca también su labor intelectual como ensayista con obras como La emoción en el teatro de Sartre, La juventud como problema, La obra de Baroja durante la República, recogidos en los volúmenes Literatura y vida (1992-1994).

En 1969 creó la revista El Urogallo, que dirigió hasta 1976. En la revista colaboraron autores como Pablo Neruda, Juan Benet, Blas de Otero, Salvador Espriu, Jorge Guillén, JoséÁngel Valente;  Francisco Ayala, Marguerite Duras, Emil Cioran, Francisco Umbral o Ernesto Sabato.

Hubo una segunda versión dirigida por Gabriel y Galán, que se basó en la revista primigenia y que se publicó entre 1989 y 1996.

En 1991 recibió el premio Rosa Manzano por su labor de escritora progresista, y en 1993 la Medalla de Oro Individual de la Comunidad de Madrid por su creación literaria.

Murió en Madrid, el 2 de diciembre de 1996.