Néstor Sánchez, la otra cara del boom latinoamericano
Néstor Sánchez fue una de las grandes promesas del boom latinoamericano, Cortázar hablaba de él como su sucesor literario y Carlos Barral editó su obra, y autores posteriores, como Roberto Bolaño, se han declarado admiradores de su obra, sin embargo en la actualidad en un desconocido.
De hecho, Vila Matas ha escrito que leyó la novela Nosotros dos, a finales de los sesenta, y que esa lectura lo animó a tratar de escribir mi primer relato: “Nosotros dos fue un libro decisivo para mí; tenía la cadencia del tango y de hecho resultaba muy parecido a un tango, del mismo modo que Siberia blues (1967), la siguiente novela de Sánchez, no era un libro sobre el jazz, sino lo más parecido que ha existido nunca al jazz”.
Sánchez nació en Buenos Aires en 1935. Fue el creador de la Novela poemática, que unía experiencia de vida y poesía, y se oponía al realismo. Su obra estaba muy influida por el jazz, tal como la generación beat. Como estos, se interesó por las filosofías orientales. Desde 1968 viajó por Chile, Perú y Venezuela. En 1970 obtuvo una beca de la Universidad de Iowa, en EEUU, pero se fue antes de que terminara porque no soportaba el desierto y la soledad, viajó a Roma y de allí a Barcelona. Solicitó una traducción en Seix Barral y le contestaron con un montón de dinero como anticipo de la reedición allí de sus tres libros. En Barcelona vivió uno de los episodios más trágicos de su vida, por la muerte de su hija de un año, que había nacido con espina bífida.
Sánchez fue un escritor de culto, que pedía un lector exigente. Criticó el boom: “No entiendo cómo pudieron meterme con los escritores del boom en las antologías. A mí Vargas Llosa me parece peor que Pérez Galdós (...) Estos escritores para mí representaban el momento más bajo de una lengua, por su falta de relación con la poesía”.
Julio Cortázar era la excepción, tenía una visión poética de la narrativa, su amistad personal se afianzó en París, donde realizaba informes de lectura para Gallimard, gracias a la ayuda de Ugné Karvellis, esposa de Cortázar en la época.
Sánchez sufrió algunos brotes de esquizofrenia, y empezó su adicción al alcohol. Tras regresar a Barcelona, decidió volver a EEUU donde sobrevivió como clochard durante ocho años, incluso algunos lo creyeron muerto y le realizaron un pequeño homenaje.
Recientemente se ha publicado Diario de Manhattan, que recoge las anotaciones que realizó mientras vagabundeaba por Nueva York. Finalmente, en 1986, su hijo Claudio dio con su paradero e hizo que regresara a Argentina, donde murió en 2003.