La biblioteca del monasterio del Monte Sinaí
El Monasterio de Santa Catalina está situado a los pies del monte Horeb, a los pies del monte Sinaí.
La madre del emperador Constantino I el Grande, Santa Elena, mandó construir una capilla en el lugar donde según la tradición Moisés habló con Dios en el episodio bíblico de la «zarza ardiente». Posteriormente el emperador Justiniano I mandó construir un monasterio en aquel lugar, junto a la capilla mencionada. El monasterio fue construido entre los años 527 y 565. Supuestamente la zarza que se conserva es la original, convirtiendo al monasterio en un lugar sagrado para las tres grandes religiones monoteístas: judaísmo, cristianismo e islam. Aunque su verdadero nombre es Monasterio de la Transfiguración, es conocido también como Monasterio de Santa Catalina
Su actividad monástica, al igual que el funcionamiento de su biblioteca, han permanecido activos de forma interrumpida durante más de diecisiete siglos en que han mantenido intacta la tradición espiritual y cultural, la arquitectura, religiosos y la biblioteca. En 2002 la Unesco lo declaró patrimonio de la humanidad.
Contiene unos 5.000 libros sagrados: 3.000 manuscritos griegos, 700 árabes, 226 sirios, 86 georgianos y 80 textos eslavos, así como armenios, latinos, persas, polacos, etíopes y coptos.
Durante siglos, sus paredes custodiaron también el Codex Siniatícus, uno de los más antiguos e importantes manuscritos bíblicos, que se encuentra actualmente en el Museo Británico de Londres, pero uno de sus mayores tesoros es la colección formada por más de dos mil iconos. Entre los iconos que guarda el monasterio se encuentran algunos de los más antiguos del mundo, datados de los siglos V y VI.
Cabe destacar el Pantocrátor del Sinaí, del siglo VII, el libro de la escalera del divino ascenso, un icono del siglo XII del libro de San Juan Clímaco, o el icono más antiguo sobre un tema del Antiguo Testamento.
Uno de los documentos que guarda es un documento supuestamente del puño y letra del mismo profeta Mahoma, en el que da su protección al monasterio tras haberle concedido refugio de sus enemigos. En el interior incluso se construyó una mezquita fatimí, lo que ayudó a que en la dominación musulmana de la región, el monasterio no fuera clausurado, aunque la mezquita nunca ha sido usada ya que, por error, no está orientada hacia La Meca.
Durante ocho años ha sido renovada, reabrió en diciembre de 2017, y es considerada uno de los mayores tesoros de la humanidad.