Del Casal, Julián

Julián del Casal nació en La Habana el día 7 de noviembre de 1863. Era hijo de Julián del Casal y Ugareda, natural de Vizcaya, España, y de María del Carmen de la Lastra y Owens, procedente de Artemisa, Pinar del Río. Fue bautizado el 23 de diciembre en la Iglesia del Ángel. Pasó su niñez en La Habana, en la casa de la calle Cuba No. 4. En 1868 falleció su madre y ese mismo año ingresó como alumno interno en el Real Colegio de Belén de La Habana, dirigido por los padres Jesuitas. En 1880 se graduó de Bachiller y comenzó a residir en la calle Compostela, al fondo de la conocida Droguería Sarrá.
Publicó su primer poema conocido en un semanario de arte, ciencia y literatura llamado El Ensayo, en el número editado el 13 de febrero de 1881. Ese mismo año comenzó a trabajar como escribiente en el Ministerio de Hacienda e ingresó en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana. No obstante, abandonó sus estudios de leyes para dedicarse a la literatura.
El 9 de febrero de 1885 falleció su padre y los litigios por la herencia dejaron al poeta en la ruina absoluta y enfermo de tuberculosis.
Conoció a Enrique Hernández Miyares y se inició su colaboración en la revista La Habana Elegante. En noviembre de 1888 emprendió un viaje a Europa con la pretensión de visitar París. Estuvo en Madrid, donde trabó amistad con Salvador Rueda y con Francisco Asís de Icaza, y finalmente regresó a Cuba en 1889 sin haber llegado a visitar la capital de Francia. De vuelta a la Habana comenzó a acudir a las tertulias de la Galería Literaria.
Con el regreso a Cuba desde París de Aniceto Valdivia lo puso en contacto con la literatura francesa finisecular, que tanta influencia tuvo en su obra. Publicó en La Habana Elegante su primer trabajo en prosa sobre el poeta Manuel Reina, y en 1890 su primer volumen de poemas con el título de Hojas al viento. En 1892 apareció el segundo: Nieve. En 1891 había llegado Rubén Darío a La Habana, con quien Casal entabló amistad. El primero le dedicó a éste El clavicordio de la abuela; Casal, por su parte, había conseguido ese mismo año que La Caricatura apareciera el poema de Darío La negra Dominga; también publicó en La Habana Elegante un artículo sobre su amigo el 5 de enero de 1893. El 21 de octubre de ese mismo año dejó en la redacción una parte de las pruebas corregidas de su libro Bustos y Rimas, así como un suelto sobre el libro de Lola Rodríguez Tió, titulado Mi libro de Cuba. Por la noche asistió a una cena a casa de don Lucas de los Santos Lamadrid. En la sobremesa, falleció cuando, en un ataque de risa, sufrió la mortal rotura de un aneurisma.
Dos meses después de su muerte, Enrique Hernández Miyares editó Bustos y Rimas, su libro póstumo, el más original y personal, donde se anunciaba un gran poeta llamado a renovar las letras hispanas. Es un libro sombrío y audaz en el que se rinde culto a las sensaciones, los símbolos, el gusto por las culturas exóticas desde la helenista, el rococó o el arte nipón, están interiorizados en la experiencia pura del poeta.
La crítica coincide en ver a Julián del Casal como el poeta hispanoamericano que más originalmente anticipa el esplendor técnico y verbal de las Prosas profanas de Rubén Darío.