Claroscuro reúne trece cuentos que forman un ciclo de historias maquiavélicamente construidas en torno a las dos palabras que le dan título a este libro de cuentos cortos: claro y oscuro. La palabra claro nos remite a la “normalidad” (luminoso, transparente, diáfano). Los personajes de las trece historias aparecen en un primer momento como seres normales dentro del ambiente en el que viven, tanto con sus cualidades como con sus defectos. Pero, lo “anormal” (fosco, sombrío, tenebroso, inexplicable) aparece de repente como un manto oscuro que se fusiona con la claridad. El resultado: un mundo macabro sobre el cual no tenemos el control. Solo un cuento de este libro (¡Mete la cabeza!) está ambientado en un lugar geográfico específico, aunque no se lo menciona directamente en ningún momento. La ironía sutil —y a veces nada sutil— ayudan a comprender el ambiente del narrador. Las demás historias no están ubicadas en un ambiente determinado —y tampoco lo necesitan—, pues la universalidad de los temas, la caracterización de los personajes, las situaciones absurdas que se viven, nos remiten a la sociedad contemporánea, con sus vicios y sus necesidad ontológicas. Claroscuro. Historias macabras es una lectura que nos transporta de la alegría a la desesperación; de la risa al llanto; de lo normal a lo anormal. De lo irreal a lo real.