Albert Camus, cien años no es nada
Albert Lladò / La Vanguardia
Día 07/11/2013
Se cumplen cien años del nacimiento de Albert Camus. El pensador reivindicaba, en un texto inédito hasta hace poco, la lucidez, la desobediencia, la ironía y la obstinación como los cuatro puntos cardinales para que fuera posible un periodismo libre. Cuatro ideas-fuerza que sirven también para recorrer su teatro, su narrativa y su propuesta filosófica con la misma intensidad.El cuatro de enero de 1960 el editor Michel Gallimard conduce a gran velocidad su Facel Vega por la nacional 5 francesa, cerca de La Chapelle Champigny. En una recta sin obstáculos, una rueda se pincha. El coche choca de frente contra un árbol. Su mujer e hija sólo sufren algunas contusiones, pero tanto él como su amigo Albert Camus -éste, al instante– pierden la vida por el violento impacto. Una muerte que, como toda la obra del filósofo, simboliza el absurdo del hombre contemporáneo. Pero, ¿qué nos queda hoy de su legado?
El mito en el calor de los días
"En primer lugar, la pobreza jamás me pareció una desgracia: la luz derramaba sobre ella sus riquezas", escribió Albert Camus muy tempranamente en El revés y el derecho. Con un padre que perdió muy pronto, y una madre prácticamente analfabeta, el joven juega a fútbol en un país que padece la cara más atroz e injusta de la colonización. Alentado por su profesor del instituto -al que le dedicaría el Nobel en 1957-, comienza las lecturas de Nietzsche. A partir de entonces, escribir se convierte en una necesidad: "mis escritos saldrán de la felicidad. Incluso lo que tengan de cruel", anota en sus Carnets.
Plataforma Editorial publicó recientemente en castellano Solitario y solidario, un álbum realizado por la hija del escritor, Catherine Camus, que contiene una gran selección de fotografías, cartas, citas, bocetos, fragmentos y todo tipo de documentos privados que ayudan a entender a la persona que había detrás del autor de obras tan célebres como El mito de Sísifo, El extranjero o La peste.
Pocas obras como las de este autor, siempre a caballo entre la filosofía y la novela, el ensayo y el teatro, han ido tan dirigidas hacia la acción. Su periodismo, una vez trasladado a París (fue articulista de Le Libertaire o Solidaridad Obrera, entre muchos otros diarios), se convierte en una combate férreo contra todo tipo de fascismos e injusticias. La ideología no puede encarcelar al hombre, y también critica, sin tapujos, los dogmatismos de la izquierda. Dicen que por ello se distancia de Sartre, aunque también hay dudas sobre si esa confrontación fue tan profunda como muchos se encargaron de difundir.