El tiempo de la lectura (desconectarse)
¿Cada vez se lee menos? ¿Se lee diferente? ¿En otros formatos? ¿Incluso los lectores hemos cedido parte de nuestro tiempo de lectura a otros formatos digitales?
Lo cierto es que la mayoría ya no lee las noticias en papel sino en el smartphone o la tableta, y ¿qué pasa con la literatura? En algunos países los audiolibros, sobre todo los anglosajones, representan una alternativa válida por la calidad de la edición de las obras literarias, pero lo cierto es que el fenómeno más común es que parte de nuestro tiempo como lectores ha sido desplazado por contenidos digitales. Ese tiempo que pasábamos leyendo en el metro o el autobús, la escasa hora de lectura en la cama antes de dormir, en muchos casos queda absorbida por la urgencia de los mensajes de telefonía o las búsquedas activas en internet que nos permiten tener mucha información pero que dificultan una lectura en profundidad, literaria, estilística, la que nos permite paladear, reflexionar, adquirir un vocabulario más rico... para concentrarse convenientemente, seamos sinceros, hace falta desconectarse de las redes. Incluso hay científicos que hablan ya de un movimiento slow reading, emulando al conocido slow food.
El slow reading, o lectura lenta, es la reducción intencional en la velocidad de lectura, llevada a cabo para aumentar la comprensión o el placer, de hecho ya Nietzsche en Amanecer, de 1887, reflexionaba sobre esto: "No en vano uno ha sido filólogo, tal vez uno es todavía filólogo, es decir, un profesor de lectura lenta".
El concepto de lectura lenta para alcanzar una mayor comprensión se ha vuelto de actualidad ante la aceleración exponencial de la lectura través de internet.
Para desconectarnos de lo digital y conectarnos a la lectura proponemos algunos consejos:
• Programar un tiempo exclusivamente para la lectura, como quien programa su tiempo diario de meditación o de yoga.
• Desconectar el teléfono o tenerlo alejado y en silencio de modo que no tengamos distracciones constantes de atención.
• Leer antes de dormir. Es conocido que las tabletas y los móviles, con su luz, activan el cerebro e impiden un buen descanso, en cambio la lectura relaja gradualmente y es ideal para lograr un sueño reparador.
• Recuperemos esos espacios tradicionales de lectura que se van perdiendo: los bancos de los parques, las terrazas de los cafés, los transportes públicos, la playa, la biblioteca...