Legado de escritores en la caja de seguridad del Instituto Cervantes

La sede central del Instituto Cervantes en Madrid, situada en la calle Alcalá 49, está ubicada en lo que había sido el antiguo Banco Español del Río de la Plata, un edificio de 1916, que albergó distintas entidades bancarias hasta que en 2007 pasó a ser la sede del Instituto Cervantes. El edificio contaba con una cámara acorazada con mil ochocientas cajas de seguridad que se decidió emplear con un propósito literario. Para ello, desde 2007 destacados escritores y escritoras han sido invitados a depositar un legado personal que será abierto solo en la fecha que ellos decidan y se ha rebautizado como la Caja de las letras.

La cámara custodia los legados de importantes figuras de la cultura española e hispanoamericana. Hasta la fecha hay una mayoría de escritores y personas relacionadas con el mundo de las letras pero también está abierto a pintores, científicos, músicos, actores o cineastas. Todos ellos entregaron en su día un legado y deciden la fecha de apertura. La idea es emular el concepto de la cápsula del tiempo.

Los depositarios tienen la opción de desvelar, en el momento de la entrega, el contenido, como hizo Nicanor Parra, el cual donó la máquina de escribir que había usado toda su vida y un poema inédito, o Luis García Berlanga, quien depositó un guion inédito. También se permite que sea secreto, como hizo Francisco Ayala, que dejó una carta manuscrita más un legado secreto que no se conocerá hasta que sus herederos abran la caja en 2057.

La fecha de apertura la deciden los propios artistas, Francisco Ayala, que fue el primero en hacer la donación, puso como plazo cincuenta años. El bailarín y coreógrafo Víctor Ullate pidió que no fuera abierta hasta pasados un siglo y medio, aunque se conoce el contenido: el chaleco con el que interpretó ‘El Madrid de Chueca’ con el Ballet Nacional en 1982; un reloj que perteneció a su abuelo, y un anillo de su padre. José Emilio Pacheco pidió que no se abriera hasta pasado un siglo y guardó manuscritos, una pluma estilográfica, un rotulador, y ejemplares de sus dos últimos libros.

Carmen Balcells solo dejó de plazo un año y la apertura se realizó el 21 de marzo de 2012. En su interior se encontraban manuscritos de Aliocha Coll, un novelista experimental de gran valía pero sin apenas repercusión, a pesar de los esfuerzos de la agente, que se suicidó de joven.

En 2014 Elena Poniatowska guardó una pulsera de latón que su padre llevó en el campo de batalla de la Segunda Guerra Mundial, la primera edición de La noche de Tlatelolco y tres manuscritos periodísticos que escribió en los años 50.

Ana María Matute dejó la primera edición de Olvidado Rey Gudú. Juan Goytisolo depositó dos manuscritos inéditos que no podrán conocerse hasta el 5 de enero de 2031.

Antoni Tàpies es, hasta el momento, el único pintor que ha hecho entrega de su legado:

Entre los representantes de las artes escénicas destacan:

Autor/a                                           Fecha de entrega              Fecha de apertura            

Pero hay una mayoría de personalidades relacionados con el mundo de las letras:

Autor/a                                           Fecha de entrega               Fecha de apertura            

El último en hacer entrega ha sido el reciente premio Cervantes Eduardo Mendoza que dejó un legado secreto que no podrá desvelarse hasta 2037.

No habrá que esperar mucho para la próxima apertura que será el 11 de noviembre de 2017 y devolverá a la luz la estatuilla del TP de Oro honorífico que ganó el actor Manuel Alexandre.