Curiosidades de escritores (2)
Los escritores son seres peculiares y no es buena idea poner a prueba su afilada lengua.
Borges tenía esa fina ironía, que provenía de su abuela inglesa, lady Frances Haslam, forjadora de la biblioteca que resultó decisiva para la obra de su nieto. En el funeral de su madre, Leonor Acevedo de Borges, una mujer se le acercó a darle el pésame al autor con la gastada frase:
—Pobre Leonorcita, morirse tan poquito antes de cumplir los 100 años. Si hubiera esperado un poquito más...
Seguramente la dama no se esperaba la ingeniosa réplica del escritor:
—Veo, señora, que es usted devota del sistema decimal
Igual de mordaz fue la respuesta de Ramón del Valle-Inclán en una ocasión en que, citado ante el juez, a causa de un alboroto que había armado, se le hizo el interrogatorio oficial en el que se le preguntó nombre, oficio, y…
—¿Sabe leer y escribir?
—No.
—Me extraña la respuesta —replicó el juez.
—Más me extraña a mí la pregunta —sentenció el dramaturgo.
Rudyard Kipling se sorprendió una mañana al encontrar en el periódico su propia esquela. El escritor replicó al diario:
Acabo de leer que estoy muerto. No olvide borrarme de la lista de suscriptores.
Algo parecido le ocurrió a Mark Twain el cual, tras ser designado doctor honoris causa por la universidad de Oxford, aprovechó para pasar una temporada en Europa. La falta de noticias en EEUU hizo que un periódico hablara de su fallecimiento en 1907. El escritor telegrafió al diario:
Rumores de mi muerte muy exagerados. Mark Twain.